"Cuando te pregunten por ahí qué fue de nosotros, no digas nada. No hables de todos nuestros fallos. Quédate callado, como tantas otras veces has hecho. No les cuentes cómo podríamos haber sido eternos y cómo estropeamos toda la magia. Si te preguntan por mí, no digas cómo tiramos a la basura todos los momentos, ni como nos alejamos tan despacio y tan corriendo. Cuando tengas noticias mías, cuando sepas que los tatuajes que creímos eternos de tus besos ya se borraron, contrólate, por favor. No vengas a por mí, no intentes recuperar las piezas de un puzzle que cambiaste a base de evasivas. Simplemente, quédate con todos tus recuerdos, mis recuerdos, nuestros recuerdos juntos, y espero que también todos los sentimientos que tenías bajo llave cuando estábamos separados.
Recuerda aquellas frases sin sentido que sólo entendíamos nosotros, tanto placer para tan poco cariño, tantas manos para tan poco amor. El día que esos recuerdos tengan frío, achúchalos, dales calor, no dejes que se enfríen, recuérdame siempre, porque sé que nunca podrás olvidarme. Y cuando sepas de mí, querrá decir que no conseguí irme tan lejos de ti como me habría gustado, que abrazas mis recuerdos contra tu pecho como solías hacer conmigo. Significará que seguimos existiendo como esa suma sin sentido en algún lugar del horizonte despuntado. Pero para entonces, amor, yo ya te habré olvidado. "
viernes, 16 de enero de 2015
domingo, 4 de enero de 2015
A dos centímetros.
El uno de enero de cada año, todo el mundo promete y repromete cincuenta veces aquello que va a conquistar en los 365 días que vienen. En la mayoría de los casos, promesas efímeras que rebotan del primer día de un año al siguiente, según mi opinión y experiencia.
Es una tradición que nunca he entendido bien del todo. Soy más de analizar el año anterior y no intentar predecir minuciosamente el próximo porque no creo en eso del borrón y cuenta nueva. Mi cuenta vieja, por bonita o fea que sea, me hace lo que soy hoy y eso, señores, me gusta. Y mucho.
Saboreo qué es lo que he aprendido durante los últimos doces meses para afrontar la avalancha de lo nuevo, porque todos tenemos nuestro equipaje que, aunque tiene matices de pasados rotos y a veces viene acompañado de sabores amargos, es lo que nos prepara para el futuro. El truco para mí está en querer a mi manera esas lecciones que me ha dado el año e irlas metiendo en mi maleta, cada vez un poco más desgastada, no como peso de castigo, sino de aprendizaje.
Diría que una de las lecciones más importantes de este año ha sido aprender que no todos los espacios en blanco están ahí para ser rellenados. Que a veces nos empeñamos y con frecuencia no tiene que ser. Y eso, para mi cabeza cuadriculada tirando hacia el extremo germano, ha sido una sorpresa algo difícil de asimilar.
Otra sorpresa que me ha traído el año es la demostración de que hay sueños que sí se cumplen, si uno sabe esperarlos con la paciencia adecuada. Ha llegado nuestro momento, y reúne todos los ingredientes básicos en los que siempre he creído: confianza, respeto y un poco de locura de vez en cuando, que nunca viene mal. Y sobretodo saber que esos dos brazos serán mi refugio permanente, hace que dé gracias todos los días.
He aprendido que como mejor se vive es a dos centímetros de la realidad, que nunca hay que tomarse la cosas muy a pecho y que hay que saber distanciarse cuando el momento lo requiere. Aprender a mantener la cabeza fría para saber lo que realmente quiero es una de mis lecciones más importantes. Que está claro que no se puede ser agua, y que no podemos expandirnos para cubrir todo porque al final perdemos nuestra esencia. Lo que te hace a ti tú, y lo que me hace a mí yo.
Resulta también que el tiempo tiene un carácter descaradamente impresentable y siempre engaña: se pierde demasiado rápido y es imposible de recuperar. Y que existe una diferencia muy grande entre perder el tiempo o perder el tiempo contigo.
Una nueva sorpresa ha sido el cambio de estilo de vida, en todos los sentidos, al hacer más caso al corazón que a la razón. Suena muy fácil decirlo pero no lo es llevarlo a cabo. Levantarte todos los días y pensar que si has tomado la decisión adecuada y dudar es jodido, pero al final todo se acaba encauzando hacia lo mejor.
Pero definitivamente he llegado a la conclusión de que la mejor sorpresa es ya. Ahora. Hoy mismo. No eso que pasó hace un segundo imposible de recuperar y a lo que damos demasiadas vueltas, sino lo que pasará dentro de unas milésimas y hay que agarrar.
Sin ser ninguna novedad, como todos los años, la gente sorprende para bien o para mal. Alguno que pensabas que era inamovible, resulta que lo es. Alguno que pensabas que era movible, resulta que no lo es. La cuestión está en aceptar el cambio, siempre después de haber luchado por ello, y así podrás dormir un poco mejor. A mí sinceramente me tiene que sonar el despertador ocho veces hasta que consigo despegar pestañas.
Que como siempre me quedo con lo mejor de lo vivido.
Que eso de andar en círculos no me gusta porque acabas donde empezaste.
Que a veces es mejor dejar que las cosas suenen a derrota, porque al menos despegaste los pies del suelo.
Que hay cosas que saben a cielo pero hay que dejarlas ir porque duelen como un infierno.
Y que sobretodo, los imposibles no existen, solo depende de cómo enfoques el problema, y más importante aún, la solución.
domingo, 21 de diciembre de 2014
¿Alguien recuerda lo que significaba "Te quiero"?
No sé quién me da más miedo, la gente que no es capaz de decir “te quiero” o la gente que los regala como si fueran caramelos de la caja de ahorros.
De las parejas que se enamoran en media hora, tienen una relación en Facebook en dos días y te petan el muro con lo mucho que se aman cuando llevan media semana juntos, pues tampoco creo que haya mucho que decir. Quien más, quien menos, todos nos hemos emocionado con alguien más rápido de la cuenta alguna vez, aunque, por suerte, no todos hemos tenido la necesidad de reventar Internet con la historia como si fuera la boda de Brangelina. Lo normal es que, cuando te pase esto, te pegues un batacazo, espabiles, y a la próxima andes un poco más con pies de plomo.
A la gente que vive atrapada en este bucle de intensos romances de dominio público que duran mes y medio solo decirles: sois muy pesados. Nos da igual. En serio, nadie piensa “Qué monos, qué envidia”, la gente solo desea en secreto que entréis en coma diabético. Si estás en duda de si puedes estar intoxicado por esta enfermedad, pero la inmensa felicidad que te produce estar con tu churrilove podría estar corroyendo tus capacidades cognitivas, échale un ojo a tus amigos de Facebook, si van mermando non-stop, ahí tienes tu respuesta.
A la antítesis de los empalagosos de arriba yo los suelo llamar “estreñidos emocionales”. De esto solemos pecar todos en alguna época de la vida, y para muchos directamente es una forma de enfrentarse a ella. Algunos se definen como independientes, escépticos y realistas (nunca pasotas, desconfiados y depresivos, qué va). Cuestionan constantemente la existencia del amor, suelen decir que es una invención literaria y su eslogan para las relaciones es “Para qué vamos a ponerle nombre a las cosas”.
Hay gente que viene fría de fábrica y nunca encuentra a nadie que les ablande por dentro. Hay gente que se ha colocado esta coraza para protegerse de lo que pueda venir, que más vale malo conocido que bueno por conocer, y una vez acostumbrados a la soledad, no parece tan mala compañera. Hay gente que tiene tanto miedo que ni siquiera se da cuenta de que las decisiones las toman sus fantasmas en lugar de ellos. Hay gente que es así porque “les sale” y hay otros que constantemente se obligan a reforzar estas barreras que nada tienen que ver con su verdadero yo.
Creo que en muchos casos esta incapacidad a la hora de verbalizar el amor no es por frialdad, sino por todo lo contrario. Que alguien que realmente tiene un concepto muy elevado de lo que es el amor, y el compromiso que conlleva, no quiere precipitarse. Y no hablo solo de abrirse y exponerse ante otro, del miedo al rechazo, es sobre todo que si realmente le das a esas palabras la importancia que tienen, cuando le dices a alguien “te quiero” estás diciendo mucho más. Le estás diciendo que le aceptas como es, que vas a estar ahí cuando lo necesite y que no puedes imaginarte una vida en la que nunca os hubierais conocido, le estás haciendo una promesa y no quieres traicionarle. Y al final nos encontramos con que estamos tan intoxicados de te quieros vacíos que a veces cuando nos llega uno de verdad no tenemos ni idea de qué hacer con ello.
martes, 16 de diciembre de 2014
Decidimos dejarnos y no buscarnos, dejar de intentar lo complicado y darle un poco de "felicidad" a nuestras vidas.
Y es que muchas veces confundimos "felicidad" con "tranquilidad" en mi opinión la tranquilidad es solo un pedacito de felicidad en la que se refugian quienes llevan tiempo buscándola. Por otra parte; el destino no existe, el destino eres tú. Y si las cosas se ponen difíciles, hay que luchar, construir, al fin y al cabo lo sencillo no se valora, solo valoramos lo que nos cuesta. A veces es bueno estar solos y darle espacio para meditar el orgullo. Aquí estamos nosotros dándonos un tiempo, sin hablarnos, sin buscarnos, amándonos en silencio, esperando algún día no sentir nada, pero inconscientemente anhelando pronto volvernos a cruzar.
domingo, 30 de noviembre de 2014
A mis 16 años sólo me ha gustado una persona de verdad, con la que he compartido 32 grandes meses de mi vida. Tengo muchos conocidos , pero muy pocos amigos. Tan pocos que los cuento con los dedos de una mano. Me han decepcionado tres mil millones de veces, pero también me han sorprendido unas cuantas. Me suelo basar en las primeras impresiones pero no me gusta que lo hagan. Nunca llevo reloj, pero para mí el tiempo es importante. Puedo decir mil veces en un día la palabra odio. Odio las mentiras, las esperas, las películas de chinos, el café, la navidad, la gente sin personalidad, a los gilipollas sin razón.. Pero tambien adoro muchas cosas: dormir, hacer el tonto, que me mimen, las pelis en compañía, su compañía,... Nunca me olvido de alguien que he querido de verdad. Intento deshacerme de mis impulsos, pero me pueden y la mayoría de las veces hablo y luego pienso. Por cabezota, he perdido muchas veces, pero he ganado otras tantas. Conmigo nunca nada está perdido. No sé si está bien o mal mi forma de actuar, pero la verdad es que me da igual. No me gusta que opinen sobre mí, o que hablen de mí sin yo estar delante y si haces eso conmigo no tienes nada que hacer. Soy la chica en la que todos se fijarían, la que a los cinco minutos te saca una sonrisa.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Adiós.
Ha pasado tiempo desde que decidiste que era mejor que dejáramos de vernos y ahora que ya lo he aceptado y que ya he pasado mi duelo, he decidido escribirte esta carta para decirte adiós, para decirte todo lo que tengo dentro, quedarme tranquila y poder seguir adelante.
Probablemente nunca la leas, y si la leyeras jamás te reconocería que la escribí para ti, pero yo me quedo más tranquila y así puedo poner un punto y aparte en este capítulo de mi vida que tanto daño me ha acabado haciendo, pasar página y empezar uno nuevo, con fuerzas.
Ahora que ya ha pasado tanto tiempo, lo veo desde otra perspectiva. Lo he pasado realmente mal, sí, para qué lo vamos a negar… Pero mirando atrás y analizando cada uno de los momentos (porque sí, he pasado más horas de las recomendables pensando en toda nuestra historia) estoy orgullosa de mi actuación. Sinceramente, creo que siempre actúe como soy, con mis principios y mis valores por delante. Cumpliendo con todo aquello que creo y siendo transparente, como me hubiera gustado que fueras tú. Así que hoy, ahora que te escribo, no estoy triste, ni arrepentida, sino orgullosa por haber sido siempre yo misma y saber que lo intenté todo, pero lo intenté sin traicionar mis principios.
Quería decirte que te he echado mucho de menos y que me hubiera encantado que nuestra historia no hubiera acabado nunca. Me hubiera encantado poder estar escribiendo una carta para decirte cuanto te quiero y no cuanto te he querido. Pero supongo que la vida es así, las historias empiezan y la mayoría de ellas acaban, mejor o peor, pero acaban. Y la nuestra ha acabado, ya me lo hiciste ver cuando decidiste que era mejor que dejáramos de vernos, así que por favor no me lo pongas tan difícil, sé consecuente con tus decisiones y no vengas a mí cuando me veas como si nada hubiese pasado, como si nunca lo hubiésemos dejado. Ya sabes que me encanta estar contigo, pero no nos trae nada bueno, si se acabó es porque se tenia que acabar, pero del todo.
Me hubiera encantado seguir ahora mismo con aquel hombre del que me enamoré en su día, con esa personalidad arrolladora y esa capacidad de hacerme reír. Me encantaría estar con aquel al que consideraba el hombre perfecto, pero después me dí cuenta que no eras el tipo que yo creía conocer. Y tengo que decirte que si cuando pusimos fin pensé que no eras el hombre que creía, ahora lo tengo claro… Tu actitud en estos últimos meses me ha decepcionado tanto que a veces me pregunto si realmente eres quien yo creía.
Hace tiempo leí un texto con una frase que en los últimos meses, no ha parado de rondar mi cabeza. “No me fui por falta de amor […], me fui por tu falta de amor hacia mi.” Y este adiós está muy motivado por esta frase. Ya me he cansé de tus idas y venidas y de tener la esperanza de que un día me vayas a pedir perdón y me vayas a decir que te has equivocado y no me quieres dejar escapar nunca más. Ya me he cansado de esta relación, si se puede llamar así, que empezamos el día que decidiste que habíamos acabado. Estas idas y venidas sin sentido que están acabando conmigo. Creo que ahí me demuestras tu falta de amor y yo busco algo más, merezco algo más. Así que te escribo para despedirme y para decirte que me voy por tu falta de amor hacia mi.
Te he querido mucho. Te dí todo y renuncié a mucho apostando por algo que pensé que merecía la pena. Porque pensé que tu y yo juntos valíamos más que cualquier cosa. Pero ya me dí cuenta de que me equivocaba. De que cometí un error del que todavía me estoy recuperando.
No quiero que pienses que sólo me quedo con lo malo, te estoy diciendo adiós y las cosas como las pienso pero me quedo con tus enseñanzas, que no son pocas. Me quedo con los recuerdos, que es lo único que de verdad nos pertenece. Con las imágenes y los momentos que nos regalaron esos años en lo que fuimos tremendamente felices. Me quedo con un trocito de ti, igual que tú siempre tendrás un trocito de mí.
Ya me despido, pero antes me gustaría decirte que espero que llegue el momento en el que los dos lo hayamos superado. Que llegue el momento en el que nos podamos querer de otra manera. Tenernos cariño por todo lo que hemos pasado juntos.
Por último, te quiero pedir que me lo pongas fácil. Me va a costar mucho olvidarme de ti pero por favor, no me lo compliques más. No vuelvas a intentar algo que ya sabemos que va a acabar en fracaso, porque lo mejor es que cada uno sigamos nuestro camino. Te pido que me respetes y que aprendas a quererme como una amiga que siempre estará para lo que necesites.
Espero que seas muy feliz.
viernes, 14 de noviembre de 2014
Ya hace seis meses de aquel último día que estuvimos juntos, aquel día que me dejaste en casa y nos quedamos hablando hasta que vimos amanecer como tantas otras veces, aquel día que charlábamos y nos reíamos, aquel día que tan bien lo pasamos juntos.
Ya hace seis meses de ese último día. Hace seis meses que sin avisarme y de la noche a la mañana cambiaste tu actitud. Hace seis meses que empezaron tus silencios.
Tus silencios. Nadie se da cuenta, la vida sigue igual para todo el mundo, pero para mí no. Ha pasado el verano, salir y entrar, no pasar por casa, las discotecas y los festivales, las bodas, la vuelta al trabajo, el ajetreo de ponerse al día… Todo parece muy ruidoso, muy activo pero detrás de todo eso hay algo que yo no me puedo quitar de la cabeza, hay algo que me atormenta y pienso cada minuto, tus silencios.
Hace seis meses que mi vida está llena de silencios.
Silencios llenos de incomprensión, porque por mucho que me he comido la cabeza pensando el porqué no lo entiendo. ¿Por qué cambiaste radicalmente de actitud y desapareciste? ¿Por qué empezaste con estos silencios que me están matando? Y entonces pienso en Alejandro Sanz y me acuerdo de esa canción que dice “A la primera persona que me ayude a comprender pienso entregarle mi vida…” Porque a mi me encantaría comprender que pasa, me encantaría comprender tu actitud pero lo siento, no lo entiendo.
Silencios llenos de esperanza, esa amiga traicionera que dicen que es la última que se pierde. Esa, que me hace más llevaderos tus silencios, pero que no me deja aceptar la realidad de ellos y que aunque esté ahí sé que en algún momento me dará la espalda y se irá.
Silencios que a veces me llenan de fuerzas tan necesarias para comenzar otra vez, para levantarme y empezar un nuevo camino, pero que esas fuerzas tan rápido como vienen muchas veces se desvanecen.
Silencios llenos de reflexiones y aprendizaje que me has dejado, llenos de lecciones de vida que me ayudaran a seguir mejor mi camino y a tomar mis decisiones en el futuro.
Silencios llenos de fé que me ayudan a seguir.
Silencios que me hacen aceptar que ya no somos nada, silencios que me hacen ver que ya no tengo tu cariño y que cada uno va por su camino, que nuestros senderos ya no avanzan juntos. Los caminos se cruzaron y cada uno se dirige a su futuro habiéndose llevado parte del otro. Tú te llevaste mi alegría y mis ilusiones y a mí me dejaste tus silencios.
Silencios de tristeza pero también de alegría porque me he dado cuenta que aunque no te tengo a ti tengo amigas que estarán conmigo siempre, que hacen todo por mi y que nunca me dejaran silencios que rellenar.
Silencios llenos de ti, que me engañan y me hacen pensar que te necesito.
Y después de seis meses me encuentro contigo por la calle, y te cuesta saludarme… Hablas pero no dices nada, simple ruido que no rellena los silencios que has dejado. Después de seis meses, sólo has roto tus silencios con una conversación llena de nada, una conversación sin esencia, una conversación que podrían haber tenido dos desconocidos, una conversación llena de silencios.
Silencios que atormentan mi alma.
Silencios que se me antojan infinitos y que ven como pasa el tiempo mientras yo sólo pienso cuando se acabaran. Aunque ya sé, que no serás tú quien rompa estos silencios, que será alguien que venga a llenar de conversaciones y risas esos silencios que tú dejaste dentro de mí.
Silencios que me hacen pensar que lo que tenga que pasar pasará. Pero que pase rápido, por favor.