Hay veces que las princesas se visten de calle para pasar desapercibidas. Pero no lo pueden ocultar. No. Porque brillan. Y la gente no es tonta. Algunos que van a prisa por el trajín del día a día no se dan cuenta pero, otros, esos que miran a los ojos y ven más allá, perciben esa sensación extraña e intrigante. Entonces es cuando te das cuenta que se refugian entre las personas, intentando parecer normales. Pero es imposible: porque los cuentos preciosos, en ocasiones, también tienen nombre de persona.
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domingo, 29 de enero de 2017
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